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ESTABLECER CUOTAS DE INMIGRANTES EN LOS COLEGIOS ES UN DISCURSO RACISTA
Eguna: 21.06.2007 | Iturria: EL PAIS

Roberto Marro
Director de Inmigración del Gobierno
El director de Inmigración del Gobierno, Roberto Marro (Lima, 1959), se muestra plenamente consciente de que no hay nada mejor que un "trabajo digno" para integrar socialmente a los inmigrantes. Por ello, el segundo Plan de Inmigración, aprobado por el Consejo de Gobierno en su reunión del pasado martes y cuyas medidas abarcarán el trienio 2007-2009, apuesta por la formación profesional de los extranjeros que residen en Euskadi. A las medidas que prevé el Ejecutivo, las tres diputaciones y los ayuntamientos destinarán en conjunto 96 millones de euros.

Marro considera que los ciudadanos del País Vasco son tolerante con la cada vez más creciente presencia de inmigrantes (98.108 según los datos del último padrón, a fecha del pasado 1 de enero, lo que supone el 4,5% de la población que reside en Euskadi), pero previene contra la posible aplicación de cuotas y repartos de alumnos extranjeros en los colegios. "Ése es un discurso racista", recalca.

Pregunta. El segundo Plan de Inmigración da el mismo tratamiento a los extranjeros en situación legal y a los sin papeles.

Respuesta. La titularidad de los derechos de las personas no puede circunscribirse a las autorizaciones de trabajo. Desde los servicios sociales siempre se plantea el concepto de ciudadanía inclusiva, es decir, que todas las personas que viven en el País Vasco y están empadronadas en sus ayuntamientos tienen los mismos derechos. Es un avance que va más allá de lo identitario. Se trata de un concepto jurídico más amplio

P. El plan apuesta por el trabajo como principal vía de integración de los inmigrantes.

R. Dentro de la integración hay dos vertientes. Por una parte, se trata de dignificar el trabajo que realizan los inmigrantes y, por otro lado, de cambiar la percepción que tiene la sociedad vasca de que estos trabajadores vienen exclusivamente a vivir de las ayudas sociales.

P. Pero la realidad es que en Euskadi uno de cada cuatro perceptores de las ayudas sociales es inmigrante.

R. Esos mismos perceptores constituyen un colectivo con mucha movilidad y empleabilidad. No se quedan estancados en las servicios sociales. Los emigrantes tienen proyectos laborales.

P. Las empresas vascas encuentran serias dificultades para cubrir numerosos puestos de trabajo, pero los inmigrantes no pueden ocupar muchos de ellos por falta de cualificación. El plan apuesta por ofrecer formación profesional a los extranjeros que ya residen en Euskadi.

R. Hay emigrantes que pueden acceder a puestos cualificados de tipo medio para responder a los déficits de algunas industrias. En otros casos, los inmigrantes sí que están siendo la solución al ocupar puestos de trabajo que rechaza la población local. Está claro que hay emigrantes de primera y de segunda; hay demanda para determinados puestos cualificados y para personal no cualificado. Lo que es contradictorio es poner todas las trabas a la inmigración y recibir con los brazos abiertos a los extranjeros cualificados. Por ejemplo, de cada 10 trabajadores que atienden a personas mayores, nueve son inmigrantes. ¿Qué pasaría si no cubren esos puestos? El trabajo dignifica a cualquiera, pero al emigrante más, por cuanto siempre tienen que arrastrar una visión negativa en algunos sectores.

P. ¿Es posible la formación en origen de los inmigrantes que precisa Euskadi para cubrir sus principales déficits de mano de obra?

R. Es algo muy complicado, dado que el Gobierno vasco no tiene competencias para determinar los contingentes y su gestión. Nuestra apuesta es por la formación profesional de las personas que ya se encuentran en Euskadi. Ahí es donde debemos volcarnos y dar solución a las demandas de las empresas.

P. Una de las novedades del segundo Plan de Inmigración es el tratamiento que se quiere dar a las remesas de dinero.

R. La cooperación al desarrollo puede permitir que el proyecto de emigración no resulte tan traumático y sea una opción más personal. Queremos que los emigrantes vean que sus remesas, además de ayudar a sus familias, pueden tener otro tipo de protagonismo, incidiendo directamente en proyectos de desarrollo que se realicen en su región de origen.

P. ¿Euskadi es una sociedad tolerante con los inmigrantes? ¿Se dan brotes de racismo y xenofobia?

R. Sí, es tolerante. La incorporación de inmigrantes en los colegios se realiza de manera normalizada. No hay problemas de racismo ni xenofobia. Puede que se dé algún caso de manera individual, pero la tendencia mayoritaria es a aceptar a los emigrantes.

P. Sin embargo, uno de los problemas a los que se enfrenta ahora el sistema educativo es la concentración de inmigrantes en muy pocos colegios, con el riesgo de que se conviertan en guetos. ¿Cree que es conveniente establecer algún tipo de cuotas para no crear guetos?

R. Establecer cuotas y repartos es un discurso racista, ¿Por qué distribuirlos? Se trata de una situación compleja que se debe abordar en su globalidad. El gueto no está determinado por superar una cuota. El reparto no es lo más adecuado. La educación hay que vincularla al ámbito local, donde viven las familias. Los emigrantes se integran en los barrios y van a las escuelas de esos barrios. No se puede resolver la cuestión sólo desde el plano educativo; es necesario un pacto social con sindicatos, partidos y padres.

P. Euskadi aún no se ha convertido en una tierra de promisión para los inmigrantes.

R. Es cierto, pero el hecho es que su presencia es creciente y ha contribuido a que la comunidad autónoma no pierda población y sea más rica a nivel de interculturalidad.

P. Francia va a endurecer su política con los inmigrantes, a los que exigirá tener conocimientos de francés y de los valores de la República. ¿Qué reflexión le merece esta dinámica?

R. España ya cuenta con una ley bastante restrictiva y dura con el acuerdo entre PSOE y PP. Durante los gobiernos del PP, el endurecimiento de las leyes conllevó la existencia de 1,2 millones de emigrantes irregulares. Las leyes restrictivas no son la solución. Hay que tender a políticas más dinámicas teniendo en cuenta que siempre habrá emigrantes irregulares mientras haya crisis humanitarias en sus países de origen. Conocer el idioma y la historia del país de destino es importante y hay que potenciarlo porque es un factor más de integración, pero nunca puede representar un obstáculo insalvable. Francia no lo establece como factor de integración, sino como un obstáculo.

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